domingo, 31 de octubre de 2010

A Ginny le gusta Harry.

A Ginny le gusta Harry. No Harry Potter, "el niño que vivió", no "el Elegido", no "la única esperanza del mundo mágico"; sino Harry, sólo Harry.
Le gusta el Harry que la mira como si la entendiese, el Harry que tras sus gafas y su pelo desordenado esconde esa sonrisa que, a pesar de todo lo que pueda pasar, siempre tiene a flor de piel.
Le gusta el Harry que, a veces, la mira con disimulo, y le gusta incluso que aún se avergüence un poco de hacerlo.
Le gusta el Harry que, en vez de embobarse con la perfecta veela, se ríe con ella cuando intenta imitarla (aunque ella admite que le sale bastante bien), y a veces, en las escaleras, le dice algo gracioso.
Le gusta el Harry que crece irremediablemente, que madura, que se hace hombre. Le gusta, y le gusta tanto que casi se le hace tangible.
Le gusta el Harry que siempre guarda esperanzas, que nunca se da por vencido, aunque los pronósticos no sean los mejores. Le gusta el Harry que le enseñó a luchar.
Le gusta el Harry que recién empieza a notar que ella ha crecido, que la mira con ojos extraños cuando menciona a Dean, que recién se pregunta si realmente la mira como si fuera su hermana pequeña.
Ese, únicamente ése Harry es el que le gusta. Porque no tiene miedo de ser él y se atreve a ir más allá.
Le gusta, y sabe que tarde o temprano, él se dará cuenta que nadie podrá nunca quererle tan sinceramente como ella lo hace, y el día que eso suceda, Ginny se preguntará si es posible que puedo gustarle aún más.-